Sabores regionales del Chaco: chacra

03/11/2015 | 11:43 | En el corazón de Chaco, ligado al polo centro, se encuentra el territorio gastronómico de la chacra. Alimentos recién cosechados y entorno natural.
 

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Los alimentos se cosechan minutos antes de ser cocidos y el entorno natural nos invita a disfrutar de una comida al aire libre, bajo los árboles, acompañados de simpáticos anfitriones y traviesos animales domésticos. Algunas costumbres culinarias de los inmigrantes se mantienen intactas, mientras que otras sólo guardan su esencia y fueron mejoradas por cada cocinero.
 
Un cartel nos indica que llegamos al lugar que buscábamos, ni bien estacionamos, nos reciben Don Walter y su mujer Estela, parados en la puerta de una antigua casa con no menos de cinco perros que juegan a su alrededor y minutos después se acercan a saludarnos cariñosamente.
 
Venimos viajando desde temprano y nuestras caras lo delatan, por lo que Don Walter nos invita a sentarnos en una mesa que reboza de manjares. Principalmente llama mi atención una enorme bandeja con quesos y fiambres, un gran pan casero todavía sin cortar y una botella donde se aprecia un líquido de naranja o mandarina.  
 
Cerquita nuestro, tras un corral de larga expansión juguetean, comen y nos miran cientos de chivos, algunos pequeños y otros más grandes, pero no por eso menos lindos. Al lado de los chivos se encuentran las vacas y más allá los caballos que parecen no percatarse de nuestra llegada.
 
Sentados ya a la mesa probamos esos exquisitos embutidos caseros, donde el chorizo de cerdo se lleva los primeros halagos. Esto es sólo una entrada y no tarda en llegar el plato principal: cerdo al horno con crema de repollo. Mientras comemos, la charla se hace amena y nos cuentan que más podemos hacer, ya que pensamos quedarnos el fin de semana completo. Cabalgar, disfrutar de la piscina y los paseos en sulky despiertan especial interés y ansiedad.
 
El postre no es menos sorprendente, Estela nos cuenta que es una receta que hacían sus abuelos que eran checos, y que le dicen “ñoquis dulces, porque el nombre real es Kynuté knedlíky, que es muy difícil de pronunciar”, asegura. Para terminar este generoso almuerzo degustamos una copita del licor de naranja que Don Walter asegura es su especialidad y no hay viajero que se resista a probarlo.
 
Los niños hace rato se levantaron de la mesa y juegan animadamente con esos cinco perros que a pesar de su tamaño demuestran una enorme inocencia. La charla sigue y la siesta va llegando invitándonos a descansar un rato para seguir nuestras actividades a la tarde, donde la merienda promete tortas, trenza de navidad, strudel, torta alemana y otras exquisiteces que nos obligarán a que las caminatas sean largas y a un ritmo movido. 
 

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