París, conocida como la ciudad luz, pero esta semana ha dado un paso al abismo para convertirse en la ciudad del susto después de que la torre Eiffel diera a conocer un nuevo piso de cristal.

La torre ofrece vistas espectaculares de la caída de 57 metros desde el primer piso del monumento histórico de 125 años, el pasillo transparente ha demostrado ser un éxito entre los visitantes que hacen cola (y se acuestan en él) para tomarse selfies.

Durante la inauguración, la alcaldesa de la ciudad Anne Hidalgo, afirmó que la atracción ayudaría a regresar algo de magia a una ciudad que ha sido criticada por decepcionar a los visitantes extranjeros.

"Escuche que París ha perdido su brillo y atractivo", señaló Hidalgo. "Eso no es verdad".

El nuevo piso, agregó, les demostró a los parisinos que pueden reinventar su ciudad "sin destruir nuestra historia".

Los turistas que acudan a partir de ahora al monumento turístico más visitado del mundo podrán disfrutar de una primera planta renovada, con un suelo de vidrio y un museo renovado. La experiencia transparente al vacío se completa con paredes también transparentes que sobresalen unos grados hacia afuera redondeando la vertiginosa imagen.

El lavado de imagen del monumento, supuso una inversión de 30 millones de euros, se completará con un espacio de visita que incluye un restaurante, una tienda y un moderno museo, según la sociedad de explotación de la Torre Eiffel (SETE).

El estudio Moatti-Rivière ha sido el encargado de llevar a término este 'lavado de cara' de la torre durante dos años en los que ha permanecido abierta al público en todo momento.

La torre Eiffel es visitada cada año por siete millones de turistas. Espaciar y administrar este flujo de gente es uno de los objetivos de remodelación de la primera planta de uno de los monumentos más famosos de Francia.

Hasta ahora, el "primer nivel" un tanto sombrío de la torre ha sido una de sus áreas menos visitadas, y la mayor parte de sus siete millones de visitantes anuales entran directo a los niveles más altos.

Construída por Gustave Eiffel, la torre fue terminada en 1889 como parte de una "Exposición Universal" celebrando el centenario de la Revolución Francesa.

La torre mide 312 metros de alto y fue el edificio más alto en el mundo hasta que en 1930 lo superó el edificio Chrysler de Nueva York.

Originalmente fue diseñada como una atracción temporal, pero se tomó la decisión de mantenerla como una atracción permanente, y la Torre jamás volvió a ver hacia atrás.